Ni
cuenta me di cuando estaba hablando con él.
- Me han echado de mi casa- me decía con la lengua trabada- y todo por una mina.
- Depende de la mina- respondí- de seguro esta ha de ser divina para tenerte bebiendo en la calle.
- Era una monja.
- ¿Y quién te manda a meterte con una monja? El problema de mierda en el que te metiste, quizá la expulsión de tu casa sea una bendición del Señor. Y tanta mina libre por ahí.
- Si la conocieras me entenderías. Era la monja más exquisita del mundo.
- Una monja es una monja.
- Dios fue quien me echó. Es un acaparador de mujeres.
- Estás ebrio.
- Espera un poco.
El
tipo a duras penas consiguió levantarse del suelo, cuando lo hizo su
espalda quedó libre y pude ver unas alas extensas, sucias y algo
desplumadas. ¡El borracho era un ángel!
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