En la esquina norte de la
plaza hay un farol que nunca enciende
con compasión he visto
todas las tardes en que muere el sol y él desaparece tras los árboles
es como si la oscuridad se
lo engullera y lo hiciera su alma
he concluido, que es el
alma de un vagabundo prisionera dentro de un cilindro
¡Pobre farol! Añoras la
luz y sufres sin chistar la tortura de tus pares
bajo tu corona oscura se
han besado los infieles y se han embriagado los borrachos
La culpa es siempre tuya,
farol, siempre
en tus pies yacen hasta el
amanecer los condones y las botellas vacías
es entonces cuando te reparan los inútiles
tú te desperezas del
frío y muestras tu cara agria y pides al viento que te despoje del
brillo dorado de tu nuevo ojo
¡Cuanta impunidad cargas
en tu cresta, farol!
¡Cuanta miseria ha visto
tu ojo desolado!
Sin embargo, el farol no
puede decir nada
se que quisiera escribir
un libro con sus impunes memorias
se que aspira a dormir más
que a estar despierto
te digo, farol, yo
comparto tu sentir de noche y de plazoleta
En algún momento de
seguro querrás llorar, farol
pero no tendrás un hombro
en que afirmarte, mi amigo
el resto de los faroles te
desprecia porque estás sucio y abandonado
no te quedará más
remedio que acudir a mi
rechazarás mi abrazo,
acostumbrado a las palizas esclavas del viento y la lluvia en tu
cabeza
quizá me dejes sacarte la
basura indigna de tus pies
entonces te diré que no
ampares más a los miserables
pues para ellos eres sólo
una efímera luz de locura y olvido
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