INVENCIÓN TRECE
Bajo esas gélidas
inclemencias estuve
Punta Arenas dormía
acurrucada en el oleaje
El agua nieve era un
visillo que entumía hondo mis ojos
Caminar por sus calles
oscuras de invierno era fantástico
Calles que estaban
pavimentadas de vidrio y de barro
Un viento insolente que
tumbaba los pensamientos
Estalactitas que
crucificaban la tierra muerta
Un mar de cabello tórrido
y de visos blancos
Un río que con su hoja
rebanaba la ciudad como a una naranja.
Negras nubes que eran como
el sombrero que no servía
Punta Arenas, no te
gustaba vestir de blanco
guerreabas con el clima
que te imponía vestidura
matorrales que se erguían
rebeldes a la muerte
perros escuálidos que
engullían caricias y abandono
El panteonero que sin
cesar atormentaba al indio pétreo
Un pie que era como una
promesa solemne de regreso
Cuerpos que flameaban
insulsos bajo la ráfaga
Un cementerio que era como
pintado a mano
Esas casas jorobadas bajo
un azote implacable
Una noche fue
irreductiblemente irreal
Navegaba sin timón hacia
el corazón del invierno
Gorjeos musicales
amenazaban con robarle la luz a las estrellas
Las hadas salían risueñas
y entumidas a presumir sus vestidos
La ciudad menstruaba
algarabía
corría sangre de bailes y
de aplausos.
Pasaban carruajes
ataviados de risas y de frío
Fui al frente a tomar
fotografías
En ese momento fue que me
llegaste
Con esa apariencia de
arlequín austero
Con ese acento musical que
me adormecía
ve y come calafate, me
instaste, revuélcate en la playa
Conversa con un pingüino
y te revelará nuestros secretos
Sacúdete la timidez esa
de recién llegado
Que aquí la mano helada
te conforta
Que el cansancio y la
fatiga están surcados de grietas.
El tiempo se hunde como en
arena movediza
Somos nuestro propio país
y nuestra propia soledad.
Esta tierra es el lugar,
hombre
Donde convergen los
extremos de la hospitalidad y el aislamiento.
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