sábado, 6 de septiembre de 2014

CONTRATO

Guardamos el caballo y volvimos a mi oficina. En ninguna parte del reglamento decía que un fantasma no podía ser jinete, así que cerré la puerta con llave, saqué otra botella, prendí un habano y me puse a buscar los formatos tipo que guardaba en alguna parte. No los encontraba por ningún lado. Creo que el chico me observaba entre risas. Despejé de un golpe el escritorio, fastidiado.
-Espera, chico. Me cuesta nada redactar uno.
-Yo tengo un contrato- me respondió- si vamos a trabajar juntos, es bueno que exponga desde un principio mis condiciones.
Muy fantasma era, pero inteligente.
-De acuerdo- dije con calma, a él era capaz de perdonarle todo- ¿Cuanto quieres de sueldo? A modo de sugerencia, te digo, no se en que mierda podría gastarse el dinero un fantasma.
-Le doy la razón.
-A todo esto, ¿Cómo te llamas, chico? Me gustaría llamarte por tu nombre.
-Luciano Cisternas Fernández, pero de cariño me dicen LUCIFER.
-Menudo apodo te gastas. ¿Quién te llama así? ¿Dios? O sea, recé tanto para que me sacara de mis problemas que estoy convencido de que te envió a salvarme.
-Dios no toma estas causas, le llegan, las lee, y si son peticiones de huevones codiciosos como usted se las manda al Diablo. Entiende con quién se mete, ¿Verdad?

No hay comentarios.:

Publicar un comentario