Sin poder hacer nada
más subí al cielo, ahí Dios, sí, el mismo que me había ayudado a
ganar la carrera, me dijo que el paso me estaba negado por haber
matado a un hombre. Bajé entonces al infierno. Ahora estoy acá,
acompañado de LUCIFER y de Rodríguez, aquí nos dimos maña para
armar carreras de galgos y forrarnos en almas (no existe el dinero en
este terrible lugar). Los más felices son Allan Poe, Bukowski,
Dostoievsky y Baudelaire, nos dicen que gracias a nosotros el averno
es un lugar lleno de vida. Dostoievsky ni en el inframundo perdió el
gusto por las apuestas. Baudelaire está casi todo el día fumando
opio y cultivando flores. Bukowski y Allan Poe beben que da gusto. La
poesía es el pan de cada día, es casi tan importante para los
demonios como atormentar a la humanidad. El Diablo es el menos
contento, en cualquier momento nos cierra el negocio, pues dice que
el infierno se parece cada vez más al cielo con tanta sonrisa
cínica, tanto borracho, tanta moneda que suena y tanto trato turbio.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario